La dificultad para apreciar los detalles de cerca o de lejos, el observar las luces de la ciudad difuminada o ver todo borroso son tan solo algunas de las condiciones que suelen asociarse con deficiencias visuales. Estos problemas son más comunes de lo que se cree y pueden afectar seriamente la calidad de vida de las personas.
Son más de dos mil millones de personas alrededor del mundo las que deben convivir con un problema de visión, como lo señalan los datos de la Organización Mundial de la Salud. La solución a muchas de estas afecciones es el uso de correctores visuales que permitan que la persona pueda ver los objetos de una forma semejante a como lo haría si tuviera su visión intacta; aunque esta no es la solución para todas las enfermedades oculares.
Ahora bien, cuando de cuidar la salud de los ojos se trata, no basta tan solo con utilizar las gafas o los lentes de contacto formulados por los especialistas, también es clave tener un buen manejo de ellos, ya que de no hacerlo pueden presentarse consecuencias negativas para estos órganos.
Para los que no son amantes de las gafas, porque pueden resultar aparatosas, incómodas o simplemente no quieren usarlas, está la opción de escoger los lentes de contacto.
Como explican desde la Academia Americana de Oftalmología, estos consisten en “discos delgados y transparentes de plástico que se usan en el ojo para mejorar la visión”. Muchas personas están familiarizadas con cómo funcionan: los lentes deben insertarse en el ojo y se acomodan de tal forma que queden ‘flotando’ en el ojo, cubriendo la parte de la córnea.
Existe una variedad de lentes de contacto, los cuales se diferencian básicamente por el material del que están elaborados y su funcionamiento. Y este es justo uno de los primeros detalles a tener en cuenta para hacer un buen uso de estos correctores visuales.
No es lo mismo, por ejemplo, utilizar unos lentes de contacto diseñados para un tiempo prolongado que aquellos que son desechables. En el primer caso, explican desde la plataforma Cooper Vision, los lentes pueden dejarse puestos hasta por una semana, ya que la forma en que están hechos permite que las personas puedan pasar todo el día con ellos puestos e incluso de forma continua durante los siete días de la semana, incluyendo el descanso.
En cambio, hay otros que están pensados solo para emplearse a lo largo de la jornada y luego retirarlos en la noche y botarlos. Con esos no se podría dormir.
De acuerdo con la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés), la primera medida de cuidado empieza antes de conseguir los lentes de contacto, pues debe ser un proceso que sea orientado por un profesional, evaluando diferentes características tales como la enfermedad del paciente, las medidas del ojo y cualquier otra información adicional que deba tenerse en cuenta sobre la salud de la persona.
Para prevenir el desarrollo de infecciones es importante no usar los lentes de contacto por mucho tiempo, menos si no están diseñados para emplearlos de forma seguida. Según explican desde la entidad, es primordial que las personas se cercioren de usar los productos adecuados de limpieza, de mantener los lentes desinfectados y de tener las manos limpias a la hora de insertarlos en el ojo.
Asimismo, se sugiere evitar dormir con los lentes de contacto, ya que ello puede tener consecuencias negativas para la visión. Como explican desde la FDA, es posible que disminuya el oxígeno que penetra la córnea y con ello sea más vulnerable a infecciones. También puede ocurrir que se presente irritación u otra molestia.
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