INDNR: saqueo y peligros en la plataforma marítima atlántica Argentina

2022-08-26 08:31:33 By : Ms. Yan Cheung

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Todas las noches entre noviembre y abril, los reflectores de cientos de barcos pesqueros chinos resplandecen a unas 200 millas de la costa Atlántica argentina, donde capturan toneladas de calamares.

“Muchos la describen como una ciudad flotante, pero, por el ruido y las luces, a mí me parece más un montón de aspiradoras dentro de una máquina gigante”, le dijo a InSight Crime un experto pesquero argentino, quien solicitó el anonimato debido a que trabaja en el sector.

Según el derecho internacional, los países tienen el control de las aguas en las 200 millas náuticas alrededor de sus costas. La plataforma marítima de Argentina, una de las más anchas del mundo, se extiende hasta el borde de su territorio oceánico. Esto proporciona grandes caladeros justo donde termina la ley marítima argentina.

“Más allá de la milla 200 no hay control, y ellos pescan todo lo que pueden día y noche”, afirmó Daniel Coluccio, director del Observatorio de Pesca Marítima de Argentina.

“En algún momento se va a agotar el recurso”, le dijo Coluccio a InSight Crime.

Para Coluccio, los problemas comienzan en la milla náutica 201 en el Atlántico, entre las latitudes meridionales de 42 y 50 grados, en el extremo sur del país.

La extensa plataforma marítima ofrece fértiles zonas de alimentación para la vida marina, gracias a las corrientes ricas en nutrientes que producen grandes cantidades de plancton. Allí habitan el bacalao austral, también llamado merluza negra, el langostino, el calamar y otras especies valiosas.

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A una profundidad relativamente corta de 200 metros, la plataforma también permite técnicas de pesca, como las redes de arrastre gigantes, que serían imposibles en aguas más profundas, explica Coluccio.

“Nadie pescaría con una red de arrastre a 5.000 o 6.000 metros”, afirma Coluccio. “Pero sí a 200 o 250 metros”.

Las flotas extranjeras exploran el borde de la plataforma. Están “siempre alrededor de la milla 201”, dice. “¿Por qué? Porque los peces atraviesan la plataforma argentina y entran en aguas internacionales”.

La presencia de embarcaciones extranjeras en el borde de la Zona Económica Exclusiva (ZEE) de 200 millas de Argentina no es ilegal. Pero dichas flotas aprovechan el hecho de estar por fuera del alcance de la ley argentina, y de esta manera practican la pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR).

Los barcos suelen apagar sus sistemas de identificación automática, los cuales transmiten la identidad y la posición de las naves. Con sus transpondedores desactivados, las embarcaciones asaltan las aguas argentinas.

El mayor infractor, afirman los expertos, es la flota pesquera china de aguas distantes. Un informe publicado en 2021 por Oceana, organización no gubernamental que rastrea la pesca INDNR, presenta datos satelitales para demostrar que alrededor de 433 buques de bandera china pescaron durante 679.067 horas a lo largo de la frontera de la ZEE de Argentina entre enero de 2018 y abril de 2021. Los buques desaparecieron de los sistemas de rastreo más de 4.000 veces.

Otra práctica inadecuada consiste en la manipulación de las posiciones GPS y de los números de identificación.

Atrapar los barcos infractores es difícil. La armada argentina, dice Coluccio, necesitaría barcos equipados con radares que patrullen de manera constante su ZEE.

“Argentina no puede vigilar su ZEE”, afirma.

Cuando la marina identifica buques chinos sospechosos de dedicarse a la pesca ilegal, se producen encuentros peligrosos. En 2016, un buque naval perseguía el Lu Yuan Yu 010 en aguas internacionales, y el potero de bandera china puso marcha atrás para chocar el buque. La marina disparó y hundió el barco chino.

Dos años más tarde ocurrió un incidente similar, cuando un buque de la armada disparó contra un barco de bandera china que se negaba a responder a las llamadas de advertencia, lo que provocó una persecución de ocho horas.

El mayor Sergio Almada, un oficial de alto rango retirado de la Prefectura Naval Argentina, dice que estos enfrentamientos ponen en peligro a los marineros argentinos y a las tripulaciones de los barcos perseguidos. Están “actuando con total desprecio por la vida y sin respeto por la autoridad”, dijo Almada a InSight Crime.

Se sabe que las autoridades chinas no ejercen vigilancia sobre las flotas de aguas distantes del país, aunque el derecho marítimo internacional establece que deben hacerlo. Un sistema de transbordo que les permite a las flotas permanecer en aguas internacionales durante meses o incluso años posibilita su comportamiento rapaz.

Los buques de carga refrigerados se acercan a la flota para recolectar la pesca y llevarla a los puertos. Luego regresan con alimentos, suministros y combustible.

En aguas internacionales, los buques no están obligados a cumplir con los topes, los estándares o las leyes de pesca de Argentina, dice el doctor Rodolfo Werner, asesor sénior de Argentina en la Coalición para la Antártida y el Océano Austral, una alianza internacional de organizaciones dedicadas a la conservación.

“No se puede ejercer autoridad porque no hay ley, no hay límites claros”, le dijo Werner a InSight Crime. “Este vacío legal posibilita un montón de barcos sin escrúpulos y sin ningún tipo de supervisión, especialmente chinos, que hacen lo que se les da la gana”.

Dado que tanto gobiernos como entidades conservacionistas han expresado su enojo y sus críticas, China ha respondido a las acusaciones de pesca INDNR, diciendo que impondría sanciones más estrictas a los barcos que se oscurecen, endureciendo los requisitos sobre los informes de transbordo y prohibiendo la pesca de calamares fuera de temporada cerca de las aguas de Ecuador y Argentina. Sin embargo, la flota se aprestó en la costa argentina en noviembre de 2021, un mes antes de que comenzara la temporada de calamares.

China se ha negado a responder a las solicitudes para que declare y limite los subsidios para su flota pesquera, sin los cuales los barcos no tendrían el combustible ni otros recursos necesarios para pescar sin tregua tan lejos de sus puertos de origen.

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La respuesta de Argentina ha consistido en reforzar la vigilancia, comprando cuatro buques de patrulla oceánica. La marina también ha aumentado sus capacidades de monitoreo, estacionando un barco en el Estrecho de Magallanes, canal que une los océanos Atlántico y Pacífico, con el fin de identificar buques sospechosos.

Los funcionarios y expertos en conservación coinciden en que los esfuerzos y la cooperación internacional son fundamentales en la lucha contra la pesca INDNR. Han denunciado repetidamente al puerto de Montevideo, Uruguay, por recibir buques de transbordo.

Javier García Espil, exdirector de gestión ambiental de los ecosistemas acuáticos del Ministerio de Medio Ambiente de Argentina, afirma que el país ha logrado avances en el monitoreo satelital, las capacidades de control y las investigaciones.

Pero reconoce que Argentina tiene pocos recursos contra las flotas que operan fuera de su ZEE.

El saqueo constante de la vida marina provoca un sentimiento de “impotencia”, le dijo García Espil a InSight Crime.

En las imágenes satelitales de la Tierra, el borde de la plataforma marítima argentina se ve como una pista de aterrizaje nocturna.

Las luces proceden de pesqueros de calamares chinos que usan cientos de bombillas brillantes para atraer a la superficie a los calamares de aleta corta. Estos cefalópodos, que crecen hasta los 30 centímetros, poseen cuerpos largos, tentáculos cortos y aletas en forma de flecha.

Según Oceana, la mitad de los calamares de aleta corta a nivel mundial proviene de aguas argentinas. Y su número puede estar disminuyendo.

Aunque la especie tiene un ciclo de vida corto, la sobreexplotación de calamares jóvenes disminuirá las poblaciones o incluso las podrá agotar, afirma el experto en pesca.

“Esta situación no puede continuar eternamente”, expresa. “Si no actuamos pronto, no vamos a tener nada más que defender”.

Para Coluccio, las artificiosas luces son “infinitas”. Dice que, cuando escucha su radio en el mar, percibe una cacofonía de idiomas: portugués, ruso y, sobre todo, chino. Para él, todo esto es desconcertante.

“Uno en realidad no sabe si está a 300 kilómetros de Argentina o a 300 kilómetros de China”, expresa.

*Milko Schvartzman contribuyó a la investigación para este artículo.

Este informe hace parte de una serie de nueve capítulos sobre la pesca INDNR, desarrollada en conjunto con el Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos de American University (CLALS). La primera entrega, “El saqueo de los océanos: la pesca ilegal en aguas de Centroamérica y el Caribe”, se puede ver aquí.

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